Imagina una mañana templada, en la que el Templo Masónico se prepara para un encuentro especial. El aroma de la madera pulida y el brillo tenue de las luces crean un ambiente solemne. No es una tenida ordinaria; esta es una tenida interpotencial, una de esas ocasiones en las que las fronteras jurisdiccionales se desdibujan y tres o más Potencias Masónicas, cada una regular y reconocida, se encuentran para trabajar unidas bajo el mismo ritual.
En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la palabra “tenida” designa cualquier reunión masónica formal, abierta y cerrada conforme a los usos del rito. El adjetivo “interpotencial” añade un matiz singular: implica que participan Potencias diferentes, tal vez Grandes Logias de distintos estados, países, o incluso de un mismo territorio, pero con jurisdicciones distintas.
El propósito de este tipo de reunión va más allá del mero protocolo. Es una oportunidad para estrechar la fraternidad, intercambiar conocimientos, históricos o filantrópicos, reafirmar el reconocimiento mutuo y celebrar juntos acontecimientos especiales: desde aniversarios y consagraciones hasta efemérides patrias o masónicas.
El ceremonial es tan importante como el fondo del encuentro. La presidencia puede ser compartida o rotativa: en ocasiones dirige el Gran Maestro anfitrión, en otras, un representante invitado. Usualmente se celebra en Primer Grado, permitiendo la presencia de todos los Hermanos, y se siguen con cuidado las precedencias y honores debidos.
Durante la sesión, es habitual que un hermano de cada Potencia presente un trabajo masónico previamente acordado. Puede ser una exposición sobre la historia de la Masonería en la región por parte de los anfitriones, seguida de una reflexión del visitante sobre los valores universales del Rito Escocés y su vigencia en el mundo actual. Entre lectura y lectura, la palabra circula siguiendo el orden de protocolo: primero los hermanos en conjunto dando preferencia a los visitantes, posteriormente a los Dignatarios y Oficiales y finalmente los Grandes Maestros visitantes y cierra la participación el Gran Maestro anfitrión.
El momento simbólico alcanza uno de sus puntos más emotivos con el intercambio de obsequios: el anfitrión puede entregar un mallete grabado o un cuadro simbólico; el visitante, un estandarte o una medalla conmemorativa. Estos presentes no son meros adornos: son testigos materiales de la fraternidad y del compromiso de mantener vivo el lazo que esa tenida se ha reforzado.
Al final, la tenida interpotencial deja en cada hermano la sensación de haber levantado, aunque sea por unas horas, un templo que trasciende columnas y orientes. Porque en Masonería, aunque los caminos sean diversos, la Luz es una sola, y se engrandece cuando se comparte.