CXL Congreso Masónico Nacional

Muy buenos días, distinguidos Senadores de la República,
Senador Saúl Monreal Ávila,
Dr. Fernando Martínez Acosta, Presidente de la CGL.
V.·. H.·. Andrés Magaña Moreno, Secretario Ejecutivo
Muy Respetables Hermanos,
Distinguidos invitados,
Querida concurrencia:

Hoy me encuentro aquí con humildad, representando no solo a una institución centenaria, sino a una hermandad viva, vibrante y comprometida, que desde hace más de un siglo trabaja en silencio por el bien de la humanidad bajo la sagrada luz de los principios masónicos de: Libertad, Igualdad y Fraternidad.
La Gran Logia Unida “La Oriental Peninsular” del Estado de Yucatán no es solo la institución masónica más importante de nuestra península, es también un punto de encuentro para almas nobles, una llama encendida que ha iluminado los caminos del sureste mexicano a lo largo de generaciones.
Nacida a inicios del siglo XX, nuestra obediencia ha sido más que testigo, una protagonista en la historia de Yucatán, inspirando pensamientos, impulsando reformas, alentando la tolerancia y sembrando conciencia donde la oscuridad pretendía imperar.
Desde la creación y unificación en 1928 de la Gran Logia “Unida La Oriental Peninsular del Gran Oriente de Yucatán”, nuestros hermanos han entendido que la unión no solo es fuerza, es deber, es amor fraterno hecho acción.
Hemos promovido escuelas y bibliotecas donde antes solo había silencio, hemos defendido la libertad de pensamiento y la laicidad con la firmeza que solo da la conciencia despierta.
Pero más allá de los logros históricos, lo más valioso que hemos construido no se mide en monumentos ni en libros: se mide en hombres transformados, en corazones ennoblecidos, en conciencias que despiertan.
La masonería —y en especial la nuestra— no solo construye templos de piedra, construye templos de virtud en el corazón de los hombres.
Ese es nuestro trabajo silencioso, y también nuestro orgullo.
Hoy, al estar en este recinto, recordamos con honor a los masones que nos precedieron, pero sobre todo, renovamos nuestra palabra empeñada: la de seguir siendo faro y brújula, presencia firme en tiempos de confusión, voz serena en medio del ruido, y sobre todo, puente entre los valores eternos y las necesidades del presente.
Yucatán, México y el mundo necesitan más que nunca hombres libres, conscientes y comprometidos con la construcción de un porvenir más humano.
Y esa es la tarea que asumimos con renovada fuerza y vigor desde la Gran Logia del Gran Oriente de Yucatán.
Gracias a todos los presentes por permitirnos ser parte de esta historia compartida. Que la luz del Gran Arquitecto del Universo ilumine siempre nuestros pasos.
¡Que vivan la masonería, la fraternidad y el amor por la humanidad!
Es cuánto.