La relación de la masonería con Latinoamérica tiene profundas raíces históricas y ha desempeñado un papel significativo en la región a lo largo de los siglos. La masonería llegó a América Latina en el siglo XVIII, influyendo en los procesos de independencia y en la configuración de las nuevas naciones.
Durante el período colonial, las logias masónicas proporcionaron un espacio de encuentro para la élite intelectual y política de la época. Sus miembros, conocidos como masones, se convirtieron en líderes influyentes en los movimientos independentistas que llevaron a la emancipación de muchas naciones latinoamericanas en el siglo XIX.
La masonería ha sido un defensor de valores como la libertad, la igualdad y la fraternidad, que han tenido un profundo impacto en la conformación de las políticas y la sociedad en la región. Además, ha promovido la educación y la tolerancia religiosa.
A lo largo de la historia de América Latina, numerosos líderes políticos prominentes, como Simón Bolívar, José de San Martín, Benito Juárez, y José Martí, fueron masones y se inspiraron en los principios masónicos en la lucha por la independencia y la construcción de repúblicas democráticas.
Hoy en día, la masonería continúa teniendo presencia en toda la región, promoviendo la ética, la filantropía y la reflexión intelectual. Aunque su influencia política ha disminuido en comparación con siglos pasados, la masonería sigue siendo un importante actor en la escena social y cultural de América Latina, manteniendo su compromiso con los ideales de la ilustración y la mejora de la humanidad.